Dos de cada cuatro españoles disponen de un seguro de decesos. Este tipo de póliza, exclusiva del territorio español, está pensada para facilitar la gestión y prestación de servicios funerarios en el momento en que el titular fenezca. La contratación de un seguro de decesos completo es beneficiosa para los allegados del titular, al solventarles la cuestión burocrática y económica que trae consigo el fallecimiento.

En concreto, esta clase de seguros permite agilizar los trámites burocráticos que surgen a la muerte de un familiar. Comprenden desde la obtención de las partidas de defunción y el formulario de pensión por viudedad, hasta el certificado de defunción, el documento de Actos de Última Voluntad, la baja del libro de familia o el certificado de convivencia.

Además de hacer más llevadera la carga burocrática, los seguros de decesos garantizan los servicios de asesoría jurídica, de gran valor cuando se producen conflictos por la herencia o se prefiere declinarla con el menor coste económico. Por si fuera poco, el tiempo es un factor crítico en ciertos trámites. Por ejemplo, la inscripción del fallecimiento en el Registro Civil es una obligación que debe satisfacerse dentro de las primeras 24 horas al hecho.

Los gastos asociados al traslado del fallecido también corren a cargo de la compañía aseguradora. Con frecuencia, la localidad donde se produce el sepelio es diferente al lugar en que se encontraba la persona en su hora final, y el transporte es un coste significativo, cuya cuantía se dispara en caso de fenecer en un país extranjero. Generalmente, estos seguros contemplan la repatriación entre sus coberturas.

La pérdida de un ser querido supone un golpe devastador para la familia, y no todos sus miembros lo asimilan de igual forma. La ayuda psicológica es necesaria en multitud de casos, y el coste de las sesiones y tratamientos está cubierto para allegados del asegurado.