Navega las aguas turquesas de la ría y descubre paraísos secretos a tu propio ritmo
Hay pocas cosas que griten libertad como estar al timón de una lancha, con el viento en la cara y el horizonte abierto ante ti. En Sanxenxo, el corazón palpitante de las Rías Baixas, esta experiencia está al alcance de cualquiera que quiera escapar de la rutina y sumergirse en un día de sol, mar y aventuras. El alquiler lancha Sanxenxo es tu billete dorado para explorar la costa a tu manera, sin prisas ni guías turísticos gritando por un megáfono. Como periodista que ha probado esta delicia náutica, te invito a descubrir cómo patronear una embarcación te lleva a calas escondidas, paisajes de postal y momentos con amigos o familia que se quedarán grabados en tu memoria.
Manejar una lancha es más fácil de lo que parece, y no necesitas ser el Capitán Garfio para lanzarte al agua. Las empresas de alquiler en Sanxenxo ofrecen embarcaciones que van desde barquitos manejables para novatos hasta lanchas más potentes para los que ya tienen algo de experiencia. La mayoría no requieren titulación, siempre que te quedes dentro de los límites permitidos, y te dan un cursillo rápido para que te sientas como un lobo de mar en minutos. La primera vez que alquilé una lancha, estaba nervioso, pero tras 10 minutos al timón, navegando frente a la playa de Silgar, me sentía como si hubiera nacido con un salvavidas puesto. La libertad de decidir tu ruta, parar donde quieras y moverte al ritmo del mar es adictiva, como conducir un descapotable pero con gaviotas de fondo.
Las Rías Baixas son un tesoro de calas y playas que parecen sacadas de un folleto de las Maldivas, pero con el encanto gallego de las rocas y los pinos. Desde Sanxenxo, puedes poner rumbo a la isla de Ons, un paraíso natural donde el agua es tan clara que ves los peces nadando. O, si prefieres algo más tranquilo, fondea en una cala recóndita como la de Barra, donde el único sonido es el chapoteo de las olas. Una tarde, llevé a mi familia a explorar la ría de Pontevedra, y acabamos en una playa desierta comiendo bocatas de tortilla mientras los niños buscaban conchas. Esas paradas improvisadas, con el barco anclado y el sol calentando la piel, son las que hacen que un día en el mar sea inolvidable.
Lo mejor de alquilar una lancha es que el plan se adapta a ti. ¿Quieres una jornada romántica con tu pareja? Lleva una botella de albariño y fondea al atardecer. ¿Prefieres una fiesta con amigos? Sube el volumen de la música y haz una parada en Combarro para unas tapas. Las lanchas suelen venir equipadas con neveras, toldos y hasta plataformas para tirarte al agua, así que el confort está garantizado. Una amiga organizó su cumpleaños en una lancha, y entre baños, risas y un picnic flotante, fue el plan más épico del verano. En Sanxenxo, el servicio es tan ágil que te subes al barco en un momento, con todo listo para que solo te preocupes de disfrutar.
Navegar por las Rías Baixas es también una forma de conectar con la naturaleza gallega. Las vistas de los acantilados, los pueblos pesqueros y las islas que salpican la ría te recuerdan por qué este rincón de España es tan especial. Cada ola que surcas, cada cala que descubres, es una invitación a vivir el mar a tu manera, con la libertad de ser tu propio capitán.