La autoayuda y la superación personal son ámbitos con un extraordinario auge. Allá donde miremos, encontramos unos cuantos mantras ‘buenrollistas’ del tipo “pasa todo un día sin quejarte” o “sí, se puede” y  cualquier añadido después. Es verdad que podemos hacer muchas cosas, pero para poder, primero hay que querer, y después, poner unos medios eficaces para conseguir el objetivo. Pero no, el mundo no se arregla con un puñado de frases de autoayuda, ni nuestra vida será más feliz por mucho que esa palabra aparezca cada dos frases en nuestro perfil de Twitter.

¿Por qué existen tantas dietas y fórmulas más o menos revolucionarias para adelgazar? Porque la mayoría de las personas que lo intentan no lo consiguen. Y no lo consiguen porque no ponen los medios adecuados para hacerlo. ¿Es difícil? Sí, pero no tanto.

¿A ti también te molestan esos incómodos depósitos grasos? ¿Estás decidido a perder peso? En mi opinión sí que es necesario hacer una ‘mentalización’ previa, una especie de dieta cerebral, por llamarlo de algún modo. Se trata de preparar el cerebro para el esfuerzo que vamos a hacer, porque, como sabemos, de nuestra fuerza de voluntad dependerá gran parte del éxito de la dieta.

Pero la fuerza de voluntad es solo la primera parte y, tal vez, sea solo necesaria en la primera fase del proceso de dieta. Y es que el término fuerza de voluntad da un poco de miedo, porque sugiere una especie de abnegación bíblica, un (pre) sufrimiento que ya agota solo por el hecho de pensar en ello.

En mi opinión es más importante la costumbre que la fuerza de voluntad. Alrededor de la costumbre, de la rutina diaria, gira el éxito de cualquier dieta. Si estás harto de tus depósitos grasos, créeme: fuerza de voluntad durante 3 semanas, el resto es costumbre.

Esa abnegación de los primeros días es difícil, sobre todo si los resultados no son inmediatos, pero si la dieta está planteada de forma eficaz (siempre es mejor consultar con un profesional), en cuanto pasemos ese primer pico, todo será mucho más fácil. Garantizado.