¿Qué pasos son necesarios para extraer una muela del juicio?
Las muelas del juicio traen de cabeza a muchas personas que ven como tardan en salir y, cuando lo hacen, tan sólo les causan problemas. Esto sucede especialmente con las del maxilar inferior que pueden salir torcidas, causar inflamaciones o desplazar otras piezas por falta de espacio.
Cuando las muelas del juicio dan problemas el dentista es el encargado de realizar una primera exploración. Normalmente, estos problemas se van a detectar antes incluso de que sean una molestia para el paciente si este realiza los controles rutinarios de su boca. Si se observa algo que puede acabar siendo un problema, el dentista puede indicar la necesidad de realizar algunas radiografías para ver cómo está la muela.
Con la radiografía puede verse la muela incluso si todavía no ha asomado por la encía. De hecho, en algunos casos la muela del juicio no llega a asomar porque nace tumbada o porque ya se extrae antes de que acabe de romper debido a los problemas que conlleva.
Si el dentista cree que es necesaria la Extracción de muelas del juicio lo normal es que derive al paciente a un cirujano maxilofacial para que estudie el caso. Para la mayoría de los pacientes con las radiografías es suficiente, pero hay casos que pueden resultar complicados y que precisan de pruebas diagnósticas más exactas, como el TAC. Cuando el cirujano ve claro cómo tiene que actuar, cita al paciente para la extracción.
Esta se puede llevar a cabo de diferentes modos según cómo se encuentre la muela. Lo habitual es que una vez extraída se apliquen unos cuantos puntos de sutura que se acaban absorbiendo solos, por lo que no va a ser necesario sacarlos. Estos puntos ayudan a que la herida cierre más rápido y minimizan el riesgo de infección al depositarse en la herida restos de comida.
Lo habitual es que el paciente no pueda masticar durante ese día o al menos durante varias horas. En casos muy concretos pueden tener dificultades durante algunos días. El cirujano dará las pautas al paciente para limpiar la boca a fondo y reducir el riesgo de infección. También le recetará antiinflamatorios para reducir la hinchazón y el dolor.
En ciertos casos pueden recetarse también antibióticos, sobre todo si se aprecia riesgo alto de infección, para evitar problemas de mayor calado. Pero hoy, la mayoría de los especialistas evitan hacerlo si no es imprescindible porque sabemos que el uso de antibióticos hace que las bacterias se vuelvan más resistentes a los mismos.