No tener vehículo propio
Mi mentalidad ha dado un cambio muy significativo en los últimos años. Supongo que ha influido esta insistencia en la sostenibilidad como término oficial de nuestro tiempo. Porque es un hecho que no soy la única persona que ha ido cambiando periódicamente su forma de consumir, desde la compra diaria en el supermercado hasta el consumo de transporte y vehículos.
Siempre he sido un fanático del deporte del motor y de los coches. Y mi primer gasto considerable fue mi primer coche que cuidé casi como si fuera un hijo. Y durante un tiempo fue mi principal orgullo. Pero las cosas fueron cambiando con el paso del tiempo y aunque mi pasión por el deporte del motor ha permanecido intacta, no ha sido lo mismo mi afición por tener un coche propio al que cuidar como si fuera una persona.
Así las cosas, he comenzado a valorar el Renting coches para Particulares. Ahora que mi viejo coche está a punto de terminar su vida útil, me he propuesto no comprar un vehículo nuevo, ni siquiera uno de segunda mano. He pensado en la utilidad real de un coche y cuánto tiempo lo voy a utilizar de forma efectiva. No por ocio ni por placer. Aunque conducir me gusta, considero que no merece la pena si supone un consumo tan cuantioso de recursos. Es esa la principal causa por la que me he interesado por el renting.
Analizando exclusivamente los viajes de trabajo, he estado calculando el coste que podría tener en relación a comprar un coche nuevo u optar por el renting. La principal ventaja del renting es que no te ata a un vehículo y no debes ocuparte de su mantenimiento. Considero que el Renting coches para Particulares es una buena alternativa si solo se valora la parte puramente práctica de tener un vehículo. Y en esa fase me encuentro yo, una vez que he empezado a aceptar que la posesión de un vehículo propio es un lujo del que, en realidad, se puede prescindir perfectamente. Desde luego, un coche no es una casa… ni un hijo: son cosas muy diferentes.