Los agentes navieros son una figura indispensable para el normal desarrollo del transporte marítimo, más aún en países con sectores tan dependientes del litoral como España. Las funciones de una agencia naviera son diversas: desde coordinar la actividad de armadores y operadores, hasta garantizar el papeleo y la documentación y asegurar una óptima manipulación de la carga del buque.

Conocido a su vez como agente marítimo, de puerto o consignatario de buques, este profesional se ocupa de planificar una amplia gama de operaciones portuarias. Su objetivo aquí es garantizar la manipulación segura de la carga, agilizar los tiempos de entrega y optimizar la actividad de armadores y otros trabajadores.

Además, se involucran en gestiones portuarias como la carga y descarga de mercancías, el atraque de buques y la entrega de los servicios requeridos para los miembros de la tripulación.

El cometido de un agente naviero comienza antes del arribo de las embarcaciones al puerto, pues deben coordinar sus acciones con las del capitán de la nave, las autoridades portuarias y otros profesionales. Los agentes navieros no sirven únicamente al capitán del buque. También se comprometen a satisfacer las necesidades de la tripulación en caso de requerir permisos en tierra, asistencia sanitaria, etcétera.

La burocracia consume muchas de las energías del agente naviero, pues estos perfiles son responsables de tramitar las tasas portuarias y de gestionar las declaraciones de aduanas y cualquier documentación que puedan necesitar los tripulantes. En caso de disputa, su deber es prestar asesoramiento de tipo jurídico a sus representantes, es decir, los operadores y armadores.

En general, velan por el cumplimiento de las normas, horarios y cargos económicos relacionados con la actividad portuaria. Esto incluye el pago de multas, los posibles retrasos en la entrega de mercancías o el despacho de aduanas. Sin la presencia de un agente naviero, estas diligencias se resolverían con menor rapidez y eficacia.