Consejos útiles para conservar y congelar el pescado
Pescados como la merluza o la pescadilla son los más consumidos en España, según diversos estudios, sin desmerecer la lubina, el bacalao, el salmón o la trucha fresca. Este alimento es una fuente de vitaminas del grupo A y D, de ácidos grasos como el Omega-3 y de minerales como el selenio, el fósforo o el yodo, lo que justifica el gusto de nuestros consumidores por estos productos de agua dulce y salada.
Los pescados congelados para hosteleria no suponen una pérdida de propiedades, y por ello cada vez más usuarios de a pie optan por congelar estos alimentos. Realizar este proceso desde cero no presenta dificultades, pero sí requiere una serie de conocimientos prácticos, indispensables para garantizar la conservación del producto en cuestión.
En primer lugar, debe procederse a limpiar el pescado, retirando las vísceras, escamas y restos de sangre. Esta operación puede realizarse en la pescadería, a petición del cliente, y supone un ahorro de tiempo a la hora de descongelar y cocinar el alimento, garantizando además que las partes no comestibles ocupen espacio en el congelador.
La temperatura del congelador debe ser igual o inferior a 18 grados bajo cero. En determinados pescados, como la lubina, se recomiendan hasta 25 grados bajo cero. En este estado, y siempre que se realice correctamente, el alimento resiste de tres a seis meses sin experimentar deterioro.
No obstante, apurar este plazo no es aconsejable. Para evitar olvidos, es útil etiquetar con una fecha las porciones de pescado congeladas en distintos momentos. De este modo, se evita la descongelación tardía de las porciones situadas en el fondo del congelador, que por ser más inaccesibles que el resto, tienden a ignorarse.
Para garantizar una congelación exitosa, es importante que el pescado permanezca el menor tiempo posible a temperatura ambiente, por lo que el transcurso desde la pescadería o la zona de pesca (río, costa, etcétera) hasta la vivienda debe acortarse en la medida de lo posible.